Hay una herida abierta
y en la herida corre un río de aguas claras, limpias
y a manera de homenaje este río me lleva en hombros.
De mi frente brota la rosada flor
de fragancia deliciosa
que embriaga de alegría los corazones de los que están a la orilla
cantando en un idioma extranjero el encuentro fortuito.
Lágrimas salen de mis ojos y se vuelven río
y yo me vuelvo uno con el agua
un agua que limpia la herida abierta
un agua que se vuelve espuma, algodón de agua
un agua que se disuelve por fin en el estallido final contra la roca.
Que nadie sufra:
En el río permanecerán los pétalos rosados de fragancia deliciosa
escamas rosadas de una víbora diáfana que custodia mi herida abierta.